Tomás Calvillo Unna
25/01/2023 - 12:05 am
El mar es el temperamento del tiempo
“El mar habla, desde hace siglos, y estos últimos meses pareciera alzar la voz”.
Me preguntas si escucho todavía las olas del mar,
su vaivén,
a pesar de la distancia y las montañas:
te digo que sí,
desde hace años me acompañan.
En estos días las oigo más cerca,
puedo sentir cómo sacuden las arenas
y las copas de los árboles.
Pienso que quieren decir algo,
advertirnos,
como si se convirtieran en un hondo presentimiento.
El mar habla, desde hace siglos,
y estos últimos meses
pareciera alzar la voz,
a pesar de aparentar
su quietud profunda.
Es cierto, no lo veo desde aquí,
pero, no está lejos;
las nubes, los vientos, lo perciben
y la geometría de las cosas,
volúmenes de la cordillera,
que apuntan en su dirección;
el verde de azul disipado,
su misma textura,
cavernas y fósiles.
y la sumergida noche.
Esta inquietud marina
se traslada tierra adentro,
hay una moral fracturada
con la naturaleza;
basta con escuchar
lo que dicen los tribunos
en las plazas públicas,
para darse cuenta
que los puentes están rotos;
perdimos el registro de nuestros propios pasos.
Los medios y su catálogo de fusilamientos;
la soterrada guerra de cada día;
el salitre de los rumores;
el inapelable juicio de la maledicencia;
los innumerables dictadores del anonimato;
la sorna como deporte nacional
y sus entrenadores desquiciados
en los hombros de la multitud;
la pesadilla del crimen imparable;
sus víctimas de lustros y del hoy y el mañana,
deambulan en el campo minado
de olvido y crueldad.
Usurpar la oración del amanecer
sembrar en su sagrado silencio,
los adjetivos del odio;
herir la luz con la daga del rencor,
son las huellas de lo siniestro,
que nos comienza a envolver.
Qué atajos se requieren
para reencontrar la senda de la sensatez;
el mínimo necesario
el urgente cariño
y coraje
por la vida
sin las ataduras del temor.
Disipar la indiferencia,
la ausencia del sentir,
la incapacidad de decidir:
recuperar la dinamita de la ternura.
Volver al mar
en el esférico vínculo
cuando se dan la mano
el pensamiento y el sentir.
Contemplar así,
sus púrpuras,
el despliegue de sus cielos
grises, blancos, azules
dorados colores
de su arte y magia
que nos preservan
si estamos de pie
y giramos,
extendiendo los brazos,
alcanzando
los 360 grados,
del peso exacto
del firmamento.
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